Personalmente creo que el mejor tiempo de la vida, a cualquier edad, es aquel que empleamos en aprender (que no es lo mismo que estudiar, aunque a veces van juntos).
En el aprendizaje elegimos quiénes queremos ser y qué queremos hacer de nuestras vidas, para que no se derramen vanamente como un vaso de agua en un desierto.
Por eso me gusta ser profesora, docente: porque puedo acompañar a mucha gente mientras está creciendo y está aprendiendo a ser. Además, puedo aprender yo misma, de mis alumnos y de mi trabajo, con sus aciertos y errores. Y encima, este trabajo tiene una yapa: nacen vínculos y afectos especiales.
De eso me hablaron en sus cartas de despedida. Con tanta intensidad que me hicieron caer algunas lagrimitas.
Cada año en la escuela trae también sus domingos y sus diciembres, esos momentos en los que hay que cerrar una etapa y prepararse para la próxima. En este cierre, me despido de un grupo al que aprendí a querer muchísimo, de personas que me estimularon para tratar de hacer lo mejor en ese espacio compartido que es la clase de Lengua.
Si tengo que hacer un balance, les digo que creo que juntos hicimos un camino provechoso. Estoy segura que las lecturas que compartimos los van a acompañar en algún sentido, por mucho tiempo. Conmigo se quedan también muchos recuerdos, pero sobre todo voy a atesorar sus sonrisas, más o menos tímidas al principio y muy compinches al final del año. Pero igualmente los voy a extrañar muchísimo: fue un año para disfrutar.
Y hasta con premio. Última tarea: a ver si las chicas que sacaron la foto ganadora del concurso de la Feria del Libro, la mandan para compartirla en este lugar…
Ah, una última cosa (lección, si me permiten): en las cartas que me entregaron, casi no hay errores de redacción y apenas hay algunos de ortografía. Es que cuando se escribe la verdad que vive en cada uno, las palabras lo reflejan. No se olviden: escriban siempre poniendo el corazón.
Espero que de ahora en adelante utilicen mucho este blog para opinar sobre lo que quieran, para comunicarse.
Prometo no corregir nada de nada de nada…
Pero, eso sí, voy a mantener firme el afecto.
Los abrazo con todo mi cariño
Estela Centeno